Impresiones sobre Erotic Dinner

Nuestras aventuras eróticas en  el DF

Habíamos hablado ya de un nuevo proyecto para deleitar todos los sentidos y que acaba de arrancar en la Ciudad de México. Se llama Erotic Dinner, y parte de una premisa casi innegable: quien es sofisticado en sus maneras de follar, seguramente lo será también en sus maneras de comer. Nos invitaron el pasado fin de semana, y fuimos gustosos a explorar alternativas sensoriales y gastronómicas. 


La cita es a las ocho, y cuando llegamos a las 8 y pocos minutos hay tres o cuatro parejas tomando un aperitivo en el recibidor. Estamos en el segundo piso de una casa hermosamente colonia Roma. Apenas cruzamos el umbral y el anfitrión invita a los presentes a mudarse al exterior. Al tiempo que se hace el cambio de escenario, descubrimos a un par de pares de amigos y nos alegra saber que estamos en territorios conocidos. Para llegar a la terraza-azotea, es necesario cruzar un puente de herrería de esos que sirven como descansos en las escaleras de caracol. Caminar por ahí es difícil para Mariana, para todo el resto de las asistentes que llegaron, como era de esperarse, usando tacones altos. Pero finalmente llegamos y no hubo en el cruce ninguna baja y ningún tobillo dislocado. El sitio tiene este sabor informal de las fiestas que organizan los artistas. Velas para iluminar la noche, mesas periqueras color gris deslavado, paredes de ladrillo expuesto y al fondo, junto a la zona en la que trabaja un discreto dj, un enorme letrero vintage de Viva las Vegas. El ambiente se ve relajado cómodo. Antes de alcanzarnos a sentar en la mesa de un par de celebridades del mundo sw, quienes amablemente nos invitaron a unirnos, una  chica de cabellera negra y corsé misterioso, nos pregunta si queremos mojitos de Campari. Decimos que sí.

Ya instalados, podemos darnos mejor cuenta de lo que ocurre a nuestro alrededor. Llegaron ya varias parejas más. Seremos once en total, y lo más curioso es que todas tienen buena pinta. Guapas ellas en un sentido realista del término, todas con look casual-formal, aliñado-descuidado, los-chicos-bien-bañados-y-las-chicas-sexy-urbano-night-club-vestidasparamatar. ¿Más o menos queda clara la idea?  Hay platos con entradas: ostiones frescos, brochetas de sandía y zarzamora, higos con queso de cabra y otras delicatesen similares. Atentas al servicio, están tres mujeres atractivas en tres distintas formas y ataviadas al estilo fetiche de peli soft porn

El plan de tener mesas aisladas que permita a los asistentes circular de flor en flor, se ve un tanto alterado. Los asistentes optan por unir las mesas como en Vips y hacer un gran fila. La conversación fluye cómodamente. Casi todos los que estamos ahí somos del medio swinger, o están interesados en él y venir a una comilona les pareció una entrada más amigable que iniciarse en un club. Hay que aceptar que es buena idea. Al menos esta sesión de Erotic Dinner se trataba de organizar un meet and greet entre parejas, y un par de debutantes bien podrían aprovechar la ocasión de hablar de uno a uno (o de dos en dos) con algunos más expertos.  Por eso conversamos, bebimos, comimos hor d'oeuvres y esperamos bajo una lona que más o menos nos cubrió de la imprudente lluvia hasta que fuimos convocados al comedor.

Ana, una de las chicas que funge de mesera, cambia de atuendo cada tanto. Para cuando nos dicen cómo sentarnos, ella trae un adminículo de sumisa que la obliga a mantener los brazos estirados a la altura de los hombros, antes de eso llevaba una suerte de brida con un pequeño poste que va del cuello a la barbilla y que la hacía caminar con la cabeza erguida, más tarde, luciría unos amarres blancos y así se fue convirtiendo durante la noche en una sexy pieza andante de conversación. Mientras tanto, a Mariana y a mí nos tocó sentarnos frente a frente con un sesgo de un lugar, a cada uno de mis lados, hay dos mujeres. Los platillos que nos sirven son esforzados, atrevidos tal vez. Zanahoria y gengibre. Alcachofa y mostaza. Los ingredientes son interesantes aunque quizá la ejecución no sea lo más afortunada. Sin embargo, funciona y el vino no para de fluir. Los asistentes están todos contentos, platican, ríen mucho. Se conocen, pues unos a otros, y después de todo, para eso venimos.

Después del postre, nos llaman de vuelta a la terraza. Ahora hay cocteles con vodka y bourbon. Aprovecho lo que quedó de espumoso para no hacer un cambio demasiado violento. De todas formas, ya es la una de la mañana y la fiesta no continuará mucho más. Alcanza el tiempo para dos copas más, para coquetearle a la pareja de indecisos multinacionales que nos hacen toda clase de preguntas sobre el ambiente y para terminar de ponernos de acuerdo con los monarcas del cuckold, para una sesión privada la próxima semana.

En terminos generales, la experiencia de Erotic Dinner es grata. Es una buena oportunidad para conocer gente y, de hecho, platicar con ella, lo que suele resultar imposible en los clubs habituales. A Mariana y a mí, nos hizo falta un poco más. Nos hubiera encantado un playroom anexo donde terminar la noche, pero nos queda claro no se trataba de ello, que ésta era una sesión híbrida, algo así como una sexy noche swing-vainilla.


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