Y se suponía que sólo sería una comida swivil. "Swivil" es el término que apenas acuñé para referirme a un tipo de salida social al que nos estamos aficionando mucho: quedar con amigos del reino de lo
swinger para hacer las mismas cosas que hacen los civiles, es decir para no coger. Comer, platicar, cenar, tomar la copa, lo que sea pero no jugar. De hecho, hasta teníamos planes verdaderamente civiles para cuando los Medici se despidieran de nosotros. Nos interesaba verlos, aunque fuera un rato, porque las siguientes semanas, a todos se nos vienen muy saturadas, y temíamos que pasara mucho tiempo sin podernos poner al día.
El restaurante en el que nos citamos, inmejorable. Un sitio medio sofis en los linderos de la Condechi y la Roma. Habrá sido por eso, o por el escote de
la Signora Medici, o por las bromas del
Signore, que después del café, nos quedamos con un cachito más ganas de seguir con ellos y pedimos una segunda botella de vino que se acabó, tal vez, demasiado pronto. Y así una tercera, y cancelamos el otro compromiso y seguíamos los cuatro sin ganas de dejar de estar juntos. Y pedimos una cuarta y nadie podrá acusarnos ese día de moderación.