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Las fiestas de los swingers

Mientras más nos adentramos en esta comunidad (algunos dirán que más zambullidos no se puede estar) más nos convencemos de lo mismo; salvo muy deshonrosas excepciones, el país del SW es un reino de gente buena. Pongo un ejemplo para que no se diga que estoy evangelizando. El sábado pasado, Mariana y yo chapoteábamos felizmente y encuerados en medio de una masa amorfa de gente desconocida. No se puede estar mejor, ni se puede esperar más efectiva vuelta a la infancia. Era una alberca, y la alberca estaba llena de pelotas de playa que volaban sin control de un lado a otro enmarcadas por una feroz lucha de pistolas de agua. Un centenar de adultos siendo chavales. Mientras tanto, un animador animaba, regalaba regalos, retaba con atrevidos retos, y lo bello de esto es que él trabajaba para SDC y las pelotas anunciaban Swingee.

Splash Festival swinger del agua


      Para quién no esté muy familiarizado  con el contraste, voy a dar algo de contexto. La mayor parte de la gente en el lifestyle, pertenece a alguna página de contactos, especies de Facebook para buscar y mantenerse en contacto con parejas afines. Estas dos, SDC y Swingee son los dos sitios web más importantes en el rubro; y aquí estaban juntas ayudando a armar la fiesta de Swingers United, una productora que también se formó sumando los esfuerzos de empresas que, en cualquier otro contexto comercial, se asumirían como competencia. Aquí, en el mundo swinger, muchos han entendido que la competencia no existe, que es mejor remar juntos para hacer avanzar un barco que es mucho más importante que el trillado quién se coge a quién. A los libertinos nos gusta coger, pero juntos, para todos y en pro de bienes comunes.

     Es como si Cocacola ayudara a Pepsi y fuera abierta y pública al respecto. Como si en Telcel te dieran cupones de descuento para ATT porque esto se trata de promover la comunicación. Como si cuando se unen Azteca y Televisa no lo hicieran sólo para desfalcar al erario público, sino para asumir su responsabilidad como los principales educadores de este famélico país. Lo que hacen Coliseum, Libido y MiauMiau en esta improbable asociación, no es sólo proveernos a todos de un espacio para la fiesta sin límites. No sólo ponen la casa en Temixco y la alberca. No sólo dan de comer hamburguesas y cerdo a las brasas. No sólo venden mucho alcohol. Y no sólo, aunque esto último haya sido clave en el desarrollo de los hechos, disponen de un brincolín inflable para que, recordando tepetongueros pasados, los enloquecidos swingers nos lanzáramos en frenético tobogán. Lo que construyen es una comunidad de filas cerradas que pueda confiar en su derecho a disfrutar la sexualidad libremente y sin estar dando explicaciones. Lo que hacen es pasar del mexicanísimo arte de los cangrejos en la cubeta y regresar a las bases. Swingueamos porque nos gusta compartir, porque todo en bola es más divertido.

     Lo que hubo en la fiesta fue una producción masiva en una casona gigantesca. De eso hablé con más detalle cuando escribí sobre Mephisto. Entre las novedades de esta vez ocurrió una fiesta de espuma, el citado y muy disfrutado tobogán y espectáculos sexosos  pasados por agua. Pero lo esencial es lo que permanecerá. No sé si, para la siguiente, estén planeando continuar con el tema de los elementos y organizarán el festival del lodo o sin nos pondrán a bajar como voladores de Papantla para conmemorar al aire, pero les va a salir bien, porque son buenos en lo que hacen, y sobre todo porque siguen ese viejo adagio que yo inventé hace unos días: para ser buen swinger, hay que ser primero una buena persona. 

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