Sacramentos libertinos

Sacramentos libertinos crónicas del lado swinger

-Crónicas del lado swinger-

Es seguro decir que Mariana y yo hemos iniciado a algunos centenares de parejas en la prácticas swinger.  Sin embargo, las severas leyes de la ironía nos han incapacitado para apadrinar, en el sentido físico del término, a, siquiera, una pareja. Lo que quiero decir es que nunca habíamos follado con nadie sin experiencia previa. No lo habíamos hecho hasta hace un par de semanas que los hados de la promiscuidad nos concedieron su favor en forma de una divina pareja que nos invitó a comer. 

     La historia estuvo más o menos así. Nos llama el sumo pontífice del Pistache y le dice a Mariana: 

     --Tengo una pareja aquí que los quiere conocer. Hablamos mucho de su blog y creo que les van a caer increíble. Son unos nerds y hablan chistoso como ustedes. ¿Puedo darles sus datos para que los llamen? Son nuevos.
     --Sí tú dices que nos van a gustar, debe ser cierto. Mándanoslos, pues

    Y así lo hizo y en unos días nos marcaron. Quedamos de comer en un restaurante bastante memorable sobre avenida de los insurgentes. Algo tenía de razón el pontífice: hablan como nosotros y la plática fluyó de lo más divertido durante horas. Incluso más tiempo del que teníamos programado. Así que, al pedir la cuenta hicimos, entre prisas, una cita para ir a bailar y lo que se ofreciera después. Quiso la suerte, y nuestra incapacidad para manejar calendarios, que empalmáramos ese compromiso con una visita de los Doctores Chocolate, pero la fortuna estuvo con nosotros y todos estuvieron de acuerdo en una salida triple en lugar de una doble. 
     
       Quedamos en una hamburguesería de altas aspiraciones y hablamos conversamos largo y tendido sobre las experiencias anteriores de nuestra pareja proyecto. Nada de intercambios, un poco de jugueteos con otra pareja pero todo muy light. Cenamos y bebimos los seis hasta que empezó a llover y la perspectiva de salir del sitio sin convertirnos en seres escurrientes, se nublaba un poco. Entonces, nuestro hombre proyecto dijo que traía unos dados y podíamos jugar con ellos. Era uno de esos adminículos de sex shop con partes del cuerpo y acciones que realizar en ellas. Un dado dice, por ejemplo, "morder" y el otro podría decir "labios". Era inapropiado dar espectáculos la mesa de baqueta de un restaurante civil, así que lanzábamos los dados y nos imaginábamos las posibilidades. Ronda tras ronda fuimos refinando las reglas de nuestro juego virtual y afilando los deseos. Alguien dijo que las sentencias del juego eran más adecuadas para una reunión de chicos de secundaria. Alguien más sacó un sharpie y adulteró los dados cambiando "cuello" por "genitales" o "tocar" por "lamer". Dentro de nuestras cabezas, la orgía había empezado.

        Continuamos en nuestro departamento. Ahora sí, podíamos pasar de la planeación a la acción alejados de las buenas conciencias (salvo la de mis vecinos que, supongo, ya empezarán a sospechar de nuestros poco convencionales entretenimientos). El primer turno de los dados realistas y enchulados le toco al futuro ahijado quien sin temor alguno afirmó antes de lanzarlos:

     --Lo que salga, las tres chicas para mí.

      Y algo muy bueno hizo ese hombre en otra vida porque el oráculo dictó, "Lamer-genitales" Hubo unos segundos de indecisión. Pero se resolvieron rápido con las tres mujeres de la casa arrodilladas frente al nuevo campeón y dispuestas a extraer con los labios más de un gemido de incrédulo placer. La cosa se tornaba seria. Nuestra pareja proyecto poco a poco se convertía en una pareja realidad. Por supuesto, frente a un ritual de paso tan relevante para nosotros como el de quitarle la virginidad swinger a éste par de guapos, contar con los Doctores Chocolate a nuestro lado, resultaba un privilegio. La desinhibición de una y la cortesía del otro, tranquilizaban los posibles temores de nuestros nuevos amigos, y a mí me consolaba saber que alguien me cuidaría la espalda en el caso de que se me escapara alguna de mis célebres imprudencias.

     Otra tirada de dados, y se iban adentrando más en el lenguaje de los besos y las caricias compartidas. Tac, tac, él para ella, ella para ellos, tac tac, todos ponen, tac tac, dados y lenguas, tac, tac, mordiscos, intenciones, tac tac, masturbación, yo a ti y luego tú a él, tac tac, sexo oral. Paulatinamente, gravitamos de la mesa al sillón y descubrí a los Doctores ocupar el balcón de los espectadores. A mi lado, y como si estuviera iluminada por una luz cenital, Mariana devoraba en el hombre proyecto, el límite entre el novicio y el iniciado. Sobre mí, y dando fuertes golpes de pelvis para hacerme entrar en ella con más fuerzas, la mujer proyecto se transformaba, oficialmente, en  nuestra ahijada. Para ser bautizo, los jadeos eran muy sonoros. Para ser orgía, la conexión entre los cuatro era muy profunda.

       Son tantas las cosas que pueden salir mal en una primera incursión al intercambio de parejas, que hubo algo de mágico en ese primer encuentro. Seguramente era cierto, tenemos mucho en común y ahora también tenemos un lazo emocionante: Nosotros fuimos sus primeros, y ellos, nuestros primeros primeros.
Crónicas de sexo en grupo
Foto: Dra. Chocolate


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